sábado, 28 de mayo de 2011

Artículo Periodístico II: ''Cualquier catástrofe se puede prevenir''

La cifra de muertos como consecuencia de los catastróficos tsunamis que desencadenó un terremoto en el océano índico el 26 de diciembre de 2004 sigue aumentando a medida que van apareciendo más cadáveres en la costa. Mientras los familiares lloran a sus muertos, empiezan a surgir preguntas respecto de por qué no existió una advertencia que permitiera a la gente trasladarse rápidamente a terrenos más altos y escapar de las olas que arrasaron miles de comunidades costeras de once países asiáticos.
Ahora se sabe que hubo tiempo suficiente para alertar a la gente, pero debido a que no se contaba con un sistema global de advertencia adecuado, miles de personas murieron innecesariamente. Según señalaron funcionarios, el terremoto, que tuvo lugar mar adentro respecto de la costa de Indonesia y registró un impresionante grado 9 en la escala de Richter, fue detectado de inmediato por distintas estaciones sísmicas del mundo. Australia, que tiene un sistema de advertencia de tsunamis, llegó a emitir una alarma menos de media hora después de producido el terremoto.
La Oficina de Reducción de Desastres de la ONU en Ginebra, Suiza, calculó que el tsunami tardó media hora en llegar a la costa de Indonesia, dos horas más en alcanzar Tailandia y Sri Lanka, y casi seis horas en llegar a Africa.
¿Qué fue, entonces, lo que salió mal? El problema, declara John Clague, especialista en terremotos de la Universidad Simon Fraser de Vancouver, Canadá, es que "no hay infraestructura para comunicarlo".
Mientras los países industrializados y las empresas transnacionales se ocuparon de conectar los lugares más remotos del planeta a una elaborada red a los efectos de acelerar el intercambio instantáneo de información comercial, se hizo poco o nada para crear una infraestructura global de comunicaciones que pudiera advertir a millones de seres humanos sobre la inminencia de desastres naturales. Existe tecnología para instalar en todo el planeta y en el fondo de los grandes océanos sofisticadossensores que permitan detectar volcanes, terremotos, tsunamis y cosas por el estilo. Lo que falta son los medios para comunicar la inminencia de grandes catástrofes a centenares de millones de personas que pueden resultar afectadas.
Es que la mayor parte de las personas todavía no está conectada a la red global de comunicaciones. Mientras en los países industrializados estamos habituados a la omnipresencia de las comunicaciones electrónicas, tenemos que recordar que dos de cada tres personas del mundo actual nunca hicieron un llamado por teléfono. Más elocuente todavía es el hecho de que la tercera parte de la humanidad no tiene acceso a la electricidad. Esas personas —las más pobres del mundo— no están conectadas. 
Si estos acontecimientos trágicos nos dejan alguna enseñanza, es que el hecho de estar o no conectados a alguna forma de red electrónica de comunicaciones puede determinar que sobrevivamos o no a una catástrofe natural.
Funcionarios de la ONU señalan que la instrumentación de un sistema de advertencia de futuros desastres naturales será tema de la conferencia de las Naciones Unidas sobre reducción de catástrofes que se desarrollará del 18 al 22 de enero en Kobe, Japón. Sin embargo, lo que seguramente no se dirá es cómo comunicarse con millones de personas de forma instantánea por teléfono, radio, televisión o Internet si esa gente no tiene acceso a la electricidad. 
En una era donde es tanto lo que divide a los pueblos del mundo, extender la red global de comunicaciones para que comprenda a todos los habitantes y utilizarla como sistema de advertencia que permita reaccionar ante desastres naturales y humanos sería un enorme primer paso hacia la creación de un lazo solidario común entre todos los 
seres humanos.

- Jeremy Rifkin, 2005. 
Traducción de Joaquín Ibarburu.

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